En 1859 Francisco Civera, el profesor particular de
Alberta, le pidió la mano y ella aceptó con gusto. El 7
de abril de 1860 Francisco y Alberta se prometieron fidelidad en la parroquia
de San Nicolás de Palma. Formaron una pareja con profunda vocación
por la enseñanza y la pedagogía. Combinaban perfectamente
su vida profesional con su vida familiar. Tuvieron cuatro hijos de los
cuales sólo sobrevivió uno, Alberto. A los 41 años
de edad falleció Francisco, nueve años después de
haber contraído matrimonio con Alberta. El día 2 de marzo de 1870, Alberta recibió en su casa una visita importante que cambió su vida para siempre. Fueron a verla el alcalde de Palma, el canónigo D. Tomás Rullán y D. José Ignacio Moragues, amigo de su esposo y que entonces era el inspector de las escuelas de Educación Primaria. Llegaban de parte del Obispo de Mallorca, D. Miguel Salvá, con una propuesta inesperada: hacerse cargo de la dirección del Real Colegio de la Pureza de María. El obispo le proponía asumir la misión de educar en nombre de la Iglesia. Alberta aceptó y en poco tiempo el viejo colegio se convirtió en uno de los más prestigiosos de la ciudad. Dos años más tarde D. Alberta comenzará un nuevo reto dentro de la Pureza: la Escuela Normal de Maestras. En 1874 fue cuando Alberta creyó que era el momento de hacer realidad lo que Dios le pedía: transformar el grupo de maestras en una comunidad religiosa, y así fue. Nuestro colegio de Manacor fue fundado el mismo año que la Congregación fue aprobada canónicamente, el año 1892. Mientras se construía el edificio del colegio, la comunidad de hermanas vivía en un piso de la calle Oleza y las clases se impartían en otro piso de la que es ahora la calle del Rector Caldentey. M. Alberta fue Superiora General de la congregación desde el principio hasta el año 1916 en el que renunció a causa de su poca salud. En la madrugada del 21 de diciembre de 1922 la vida de M. Alberta se apagó para ella, pero siguió encendida con mucha fuerza para todos los que de una manera u otra hemos recibido los beneficios de toda su obra. Desde ese momento Alberta alcanzó su mayor fin como ella misma decía: DIOS. Si quiere saber más sobre la congregación
de religiosas Pureza de María: http://www.pmaria.es |